Son muchas las mujeres que tienden a pensar que gran parte del dolor y de las incomodidades asociadas al embarazo, son normales e inevitables. También son muchas las que creen que por su condición de embarazadas no pueden recibir tratamiento para mejorar dichos síntomas. Ello comporta que experimenten problemas físicos durante el periodo de gestación y que a menudo, esperen al final del embarazo para intentar aliviar dicho sufrimiento. En realidad, esto no debería de ser así; ya que la mayoría de las alteraciones mecánicas asociadas al embarazo, pueden ser controladas y/o aliviadas utilizando los tratamientos que brinda la osteopatía.
Los cuidados osteopáticos de la mujer embarazada, desde un punto de vista pre y post-parto, se centran en ayudar a que el cuerpo de la madre (columna, huesos, articulaciones y tejidos blandos) se adapte a la creciente demanda que sufre durante la evolución del embarazo. De esta manera, se consigue disminuir algunos de los problemas y dolores asociados a los cambios de postura, a las variaciones en la carga y distribución del peso y al estiramiento que sufren los numerosos ligamentos y tejidos que dan soporte al útero. Pueden ayudar también dichos cuidados a preparar el cuerpo y más concretamente a preparar la pelvis para el proceso del parto, así como facilitar la recuperación de la gestante después del nacimiento de su hijo.
Sea como sea, es necesario remarcar la idea que estar embarazada es algo saludable y natural, al tiempo que es un momento importante en la vida de la mujer. Por otro lado, deberíamos pensar que, aunque existan factores predisponentes, tener dolor durante el embarazo no tiene porqué formar necesariamente parte del “lote” y que por tanto, debemos poner los medios para remediarlo.
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